jueves, 31 de octubre de 2013

Que tu sonrisa no dependa de nadie, ésa es la clave.

Todos (o casi todos) hemos sentido que nuestro estado de ánimo dependía de alguien. Hemos sentido que, si esa persona se siente triste, nuestro mundo se vuelve un poco más gris, aunque intentemos que sonría y de lo mejor de sí. También nos hemos derrumbado cuando nadie estaba ahí, cuando nosotros mismos hemos sido "la mano que nos saca a flote", y, aunque hayamos tocado fondo, hemos sabido cómo salir. Salir de las malas, permanecer en las buenas situaciones. ¿Difícil? Lo sé. ¿Imposible? Nadie lo sabe.

Mi consejo es:
Que tu sonrisa no dependa de nadie, solamente de ti mismo, ya que nadie más que tú va a conocer cómo te sientes siempre, y nadie va a estar constantemente preocupándose por ti.

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