martes, 11 de febrero de 2014

Amor.

He oído hablar de ti, ¿sabías?
Te he visto.
Siempre he querido experimentarte.
Ya sabes, un poco aquí y otro poco allí.
A veces he sentido una gran curiosidad por saber cómo afrontarte.
Pero creo que aún no has llegado.
Tú sabes que todos hablan de ti, que eres el concepto más abstracto, bello y a la vez horrible. Todos te nombran al menos un par de veces en sus vidas.
No podemos vivir sin ti.
Nunca has sido una simple palabra cargada de millones de connotaciones, sino que eres y serás una enorme cantidad de sentimientos reducidos a cuatro absurdas letras que mencionan de pasada tu ser.
Eres algo así como un rompecabezas; si te busco no te encuentro y si te encuentro no te he buscado.
Pero no sé si has llegado aún.
Tengo el presentimiento de que algo anterior a ti está llegando a mi vida. Creo que la ilusión corrompe mi cabeza y apenas me deja pensar en otra cosa que no seas tú y quien te utiliza para hacerme feliz.
Y lo hacéis. Me hacéis realmente feliz.
No sé si en un par de horas, días, semanas o meses, todo esto cambiará. 
Tampoco sé si es lo adecuado pensar en ello. 
Sólo sé que me haces sentir bien.
No voy a correr detrás de ti ni voy a hacerme de rogar para que me busques. Simplemente voy a dejar todo pasar. 
Ven si quieres, yo te espero.
Sé que eres precisamente lo que todos buscan, pero no sé si ha llegado el momento de que tú me encuentres. 
Sabes que siempre voy a estar ahí aunque mi cabeza no quiera pensarte, o aunque mi pecho no quiera que lo atravieses con tu amplitud. 
Causas daño, felicidad y confusión en los demás. Aún no sé si provocarás algo así en mí.
Sólo sé que quiero experimentarte.
Esto es todo,
«amor».