lunes, 15 de septiembre de 2014

La vida sigue.

Nunca sabes cuán fuerte eres, hasta que te toca serlo. Nunca sabes las capacidades que tienes, hasta que las explotas.

Momentos. La vida son momentos. Momentos de alegría, momentos de enfados y tristeza, momentos de felicidad, de debilidad, de fortaleza, de miedo... Momentos de tu propia vida.

Eres quien eres porque estabas y estás destinado a serlo. Tu destino te pone pruebas, que debes superar como tú mismo decidas. El destino te da las cartas, y tú aprenderás a jugar como quieras. Puede que en alguna ocasión hagas trampas, o puede que copies todo lo que hacen los demás. Puede que esos momentos de debilidad decidas transformarlos en tus momentos de fortaleza, o puede que dejes que te consuman y te hagan creer que no eres lo suficientemente valiente como para afrontarlos con valor.

No tienes por qué hacer de una minucia un enorme problema en tu vida. Tienes que mirar al miedo a los ojos, y decirle: yo soy más fuerte que tú.

Y, ¿sabes? Quizá pienses que tu vida no vale la pena, en momentos de debilidad, quizá pienses que tu vida se ha parado, y que todo está cambiando. Sólo piensa en ti, y sé un poco egoísta. Piensa en tu bienestar y tus momentos de felicidad. Aunque pienses que tu vida se ha estancado, la vida sigue, al igual que siguen muchas otras cosas que no tienen mucho sentido.

Tu vida tiene sentido, tú se lo das día a día. Ten el valor de afrontar los problemas, mirarte al espejo cada día con amor propio, para decirte a ti mismo que tú eres capaz de hacer cualquier cosa que te propongas.

Haz locuras, llora, baila o corre hasta que te duelan los pies, grita hasta quedarte sin voz, enfádate, perdona, sonríe, ten rencor, haz nuevos amigos, vuelve a quedar con antiguos compañeros, haz aquello que te haga sentir vivo, pero nunca dejes de pensar que tú eres único y no existe nadie tan maravilloso (aunque con defectos, eso sí, como todos) ni nadie que viva al igual que tú. Tú eres quien decide darle sentido a tu vida. Tú tienes el control.